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lunes, 11 de diciembre de 2023

Homenaje y museo para un familiar



Aunque me entero un poco tarde, nunca lo es para dar el espacio y respeto respectivos a cualquiera de mi parentela. El cinco de noviembre de dos mil veintidós, la Dirección de Turismo del gobierno de/ Zacatecas realizó un reconocimiento póstumo al Coronel Rafael Cervantes Acuña (23/09/1931 - 9/08/2022), primo hermano de mi padre, José Antonio de la Vega Acuña, quien viviera su niñez en Nochistlán, en lo que hoy es la Casa Museo, y destacara siendo Embajador ante la República Oriental) del Uruguay, Diputado Federal y Senador de la República.

De acuerdo a lo relatado por el boletín de prensa gubernamental, "en el nombrado acto se tuvo la presencia la Sra. Doménica de Cervantes, viuda del Coronel Cervantes Acuña y sus hijos, quienes con gratitud donaron al museo, inestimables pertenencias del Coronel para montar una nueva exposición".

En palabras del C. José Manuel Jiménez Fuentes, Presidente Municipal de Nochistán, “el Coronel tuvo una trayectoria muy grande y buscó siempre lo mejor para los zacatecanos”. En el acto conmemorativo el alcalde entregó a la familia un reconocimiento en alusión a la trayectoria político-militar del tío Rafael.



Por su parte, el Lic. Enrique Reyes Durán, Cronista Municipal mencionó: “A nosotros los nochistlenses, nos llena de orgullo saber que tuvimos en el Crnl. Cervantes a uno de los embajadores que más apoyaron al favor de la vida de los demás, no solo poniendo en alto su pueblo y Zacatecas, sino al país”.

El reconocimiento finalizó con la revelación de la placa biográfica del tío Rafael.


(Información tomada del boletín de prensa del ayuntamiento de Nochistlán.)

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Otras referencias halladas por ahora en relación al tío Rafael Cervantes Acuña:

jueves, 2 de marzo de 2023

Arqueología familiar y los motivos de un texto


ADEMÁS de en mis blogs, algunos textos los he compartido en otros sitios de terceros o plataformas donde tengo alguna cuenta por motivos académicos, profesionales o personales. Es el caso de mi ensayo "Dos obras, dos autores" que de un tiempo a hoy ha sido objeto de interés de varios lectores, algunos colegas.

Recientemente uno de los sitios donde lo tengo publicado me notificó que uno de los lectores responde al nombre de Ana Orellana González. ¿Qué tiene de relevancia para tocar el tema en este blog familiar? En el mensaje de agradecimiento que le escribí lo expliqué en estos términos, contando unos detalles al margen en razón del apellido Orellana y el origen del texto.

Arqueología familiar, una teoría

Ocurre que ese trabajo lo escribí cuando yo era profesor en la Universidad Iberoamericana (1996-2000), en la carrera de Comunicación y para publicarlo entre las colaboraciones para el Simposio Generación McLuhan organizado por mi querido colega y amigo Octavio Islas y la revista de comunicación Razón y Palabra.

Uno de los motivos detonadores de la idea fue que entonces comencé a investigar más a fondo la biografía de mi familia, su genealogía y sus cruces con la Historia de México, desarrollando la teoría antropológica de que las relaciones de poder se mantienen a lo largo de la Historia con base en las derivaciones de linajes, más allá de lo que suponemos obvio, por ejemplo, al estudiar las monarquías.

Aun cuando hablemos de y parezcan grupos de personas distintas, en el tiempo los linajes configuran las formas como evolucionan y transitan los gobiernos y las élites. Es decir, por ejemplo, mi padre aborreció al presidente Luis Echeverría Álvarez y moriría de nuevo de enterarse que una nieta suya se casó con un Echeverría, y moriría por tercera vez al enterarse de que entre sus líneas ancestrales que pude investigar hay una rama Echeverría, otra Salinas y por el lado de mi madre una lejana relación con López Portillo y con la esposa de Lázaro Cárdenas, la señora Solórzano.

El tránsito actual de un aparente empoderamiento de las llamadas clases bajas, en contraste con las dominantes clases medias antes del final del siglo XX, es en parte fruto en mi hipótesis de este intercambio heredado del poder. No puede pasarse por alto el dato de que hasta mediados del siglo XX muchos de esos grupos con poder, por ejemplo durante la Revolución Mexicana, desperdigaban su simiente de manera literal en la conformación de familias legales o marginales a lo largo y ancho de México y otros países. La dispersión genética y genealógica permite explicar esta "movilidad" de las relaciones de poder aparentemente diluidas por el contexto.

En otras palabras, si ayer un Chucho Pérez fue rey, sus descendientes, en mayor o menor medida y en sus respectivos contextos, tendrán más o menos mayor grado de influencia económica, social, política, cultural o hasta moral sobre sus congéneres, ocupando posiciones de relativo poder "heredado", repitiendo y redundando en cierta medida sobre conceptos y maneras de ejercerlo y transmitirlo. Ello no se opone, sin embargo, y hasta justifica el surgimiento y la alternancia en el poder de grupos e individuos en apariencia no favorecidos por la herencia dinástica, pero que en realidad en su genealogía y genética incluyen al menos un probable dato o factor que explica su reacomodo, ya llenando un vacío de poder en su ámbito o a modo de vindicación premeditada (cuando el actor tiene conocimiento de sus antecedentes) o fortuita.

La anterior propuesta teórica cruza, rebasa y da sentido a la teoría de las Constelaciones Familiares y también aporta un punto de vista diferente sobre los principios de la genealogía y la heráldica, con base en la genética y la interculturalidad.

Tristemente, cuando esta teoría la expuse ante mis pares comunicólogos me convirtió en el hazmerreír del gremio y motivó que optara por investigar al margen de las expectativas académicas, a veces tan obtusas, acartonadas y cretinas.

De la teoría a la práctica, un caso y no mera coincidencia

En el proceso de mis investigaciones y lucubraciones, ahí en la universidad conocí a una señora que trabajaba, creo recordar, en la biblioteca y se apellidaba Orellana. En la misma universidad trabajaba también como profesor y miembro del coro de Bellas Artes, el tío y arquitecto Manuel Bustamante Acuña.

Platicando con mi madre saltó una historia oculta. Ella era hija natural, lo que la moralidad califica de bastarda. Su verdadero padre era un periodista y no aquel agente viajero del cual llevaba su apellido y fuera padre de sus hermanos mayores. Ese periodista se llamaba Adrián Castillo Orellana, oaxaqueño que escribía para el periódico Excelsior con el seudónimo de "Júbilo Castillo" allá por los años veinte a treinta. Era primo del actor, guionista y director de cine Carlos Orellana, padre de la señora María Luisa Orellana Villegas, a quien, como ya dije, conocí. El parentesco lo corroboré cuando mi madre habló por teléfono con ella y se organizó una cena entre familias para contar las anécdotas y atar cabos y sumar su genealogía a la que venía yo armando. Después de esa vez no volvió a darse el contacto, una pena.

Por lo que respecta a la rama Bustamante Acuña, me sorprendió descubrir que mi familia está relacionada por vía bastante directa con el pintor paisajista zacatecano José María Velasco.

Sobre estos datos abundaré en otras publicaciones.

domingo, 6 de febrero de 2022

El mundo es un pañuelo

Puente y torreón de La Encantada, Zacatecas
Dibujo a carboncillo por mi abuela
María de los Ángeles Acuña Galindo,
1924.

SIN DUDA el mundo es un pañuelo donde todos, con nuestras tristezas y alegrías, terminamos tarde o temprano confluyendo y encontrándonos, directa o indirectamente como partes de ese tejido entramado que es la vida.

Lo anterior viene a cuento porque ahora, con mi reciente cumpleaños 59 sucedieron varias reminiscencias, se dieron varios indicios si se quiere casuales que me remontaron a esa idea.

Primero, llegaba a casa y vi a una de mis vecinas, entonces me asaltó el recuerdo de cuando mi madre organizó mi primera fiesta de cumpleaños de "grandes dimensiones" en la nueva casa de La Florida, en Naucalpan, en mi florida Villa de los Girasoles como la he llamado y ha dado pie a la localidad donde ocurren y ocurrirán muchas de las aventuras de mis personajes de la saga Calima bajo el nombre de "La florida villa Sonnenblumendorf". Vi a mi vecina, decía y recordé ese cumpleaños número siete. Nosotros llegamos a ese domicilio dos años antes, seis de octubre de 1968, y era la primera vez que a mi madre se le ocurría invitar a más gente aparte de mis familiares, es decir a nuevos amigos de la escuela y vecinos.

Recuerdo el retrato: suena el timbre, mi madre me dice que acuda a abrir, que seguro es para mí el llamado. Abro la puerta y veo enfrente dos niñas "desconocidas" cargando sendos regalos y su madre detrás.

No supe cómo reaccionar, agradecí y cedí el paso. No eran enteramente desconocidas, lo sé, pero en ese momento cuando apenas tenía trato con ellas las vi ajenas. Por supuesto, fue el comienzo de una amistad vecinal, una hermandad que se extiende hasta hoy.

Pero, también, en este cumpleaños 59 han abundado las referencias al arte y no he podido dejar de lado la influencia que desde los genes impera sobre mí y varios de mis parientes.

Recibir el saludo y felicitación de mi prima Adriana Cervantes de la Vega me remitió a su valiente decisión de dedicarse a vivir de la pintura, y ciertos videos sugeridos por el algoritmo de YouTube reforzaron el tema. Me hicieron pensar no nada más en ella, pero también en el talento plástico que cunde en mi familia por el lado paterno emparentado en un tercer o cuarto grado con José María Velasco, el famoso paisajista mexicano del siglo XIX, por la rama Bustamante Acuña, donde he de mencionar al tío Manuel, primo de mi papá, quien es arquitecto, académico en la Universidad Iberoamericana, barítono del coro de Bellas Artes y ha publicado, entre otras cosas el libro Forma y Espacio: Representación gráfica de la Arquitectura.

Y me vino también a la mente el listado de quienes hemos abrazado de lleno o de pasada, profesionalmente como oficio o como afición las artes y que puedo mencionar hasta donde sé: mi prima Alejandra de la Vega Amador (diseño), Nora Cervantes de la Vega (dibujo y cerámica), Adriana Cervantes de la Vega (pintura), su hija Susana (diseño y fotografía), mi hermana Patricia (baile y dibujo), sus hijos Jolianna (música y canto), Antonio Andrade (literatura); mi primo Edmundo Castellanos (música); mi papá (redacción publicitaria, dibujo y pintura), su hermano, mi tío Víctor (literatura), Javier Pallares (diseño), tía Pita Pallares (pintura y manualidades), mi abuela materna (costura, corte y confección), mi tía Delia Amador (corte y confección, cocina), mi mamá (manualidades, cocina y muy especialmente literatura y teatro), mi prima Gema (manualidades), Silvia Junco (pintura), mi tía Pipi (literatura y periodismo), mi abuela paterna, Ángeles Acuña, (pintura, costura, corte y confección, manualidades), mi hermana Sandra (fotografía y baile). ¿Faltó alguien? ¡Claro! Imposible dejar de mencionar a Thalía Sodi, la famosa actriz y cantante, cuyo parentesco por mi lado materno, aunque algo lejano, es insoslayable igual que sucede con el director musical y arreglista Jorge Neri, el actor, escritor y director cinematográfico Carlos Orellana, mi abuelo materno real Adrián "Júbilo" Castillo, periodista.

Decía yo que el mundo es un pañuelo porque estos llamémosles patrones hereditarios de talentos, aficiones, gustos, ocupaciones, oficios, tendencias parecería repetirse a lo largo de la historia como he podido observar en mis investigaciones acerca de mi familia, pero además parece ser similar a lo que ocurre al interior de otras familias. De aquí es que desarrollé una hipótesis hace años acerca de los legados e influencias que los linajes han tenido en el desarrollo de zonas, regiones, ciudades, países, e incluso más allá de las fronteras. No me cabe duda de que la digamos exportación de de linajes y legados de parentesco consanguíneo y por afinidad ha sido determinante mucho más allá de la conformación de "constelaciones familiares" con incidencia en lo psicológico, lo conductual. Así desarrollé mi teoría de que, así como unas pocas familias —dato comprobable y conocido— dominan, han dominado la economía, ocurre lo mismo con la política e incluso con ciertas habilidades heredadas, tanto para bien como para mal. Y no hablo solo de una transmisión intergeneracional por vía educativa, moral, o solo genética, sino de todo un complejo de rasgos rastreables mediante la genealogía y que, bien leídos, pueden permitir una interpretación más objetiva, menos subjetiva de los motivos detrás de muchos acontecimientos e hitos de la historia.. Lo que sucede también es que eso, por difuminado en la cotidianidad, acaba por perderse en el anecdotario como minucias familiares, específicas, aun cuando sus huellas pudieran haber trascendido por otras vías más cercanas a la institucionalidad y la tradición.

Cuando más o menos expuse semejantes ideas en una conferencia años atrás durante un simposio de comunicólogos colegas, varios de estos y lo diré coloquialmente me tiraron de Lucas, mi tesis era poco interesante. Quizás la forma de exponerla de mi parte le dio al traste, o quizás sonó tan salida de la caja que les resultaba cuando menos extravagante mi propuesta.

Parece que los años, poco a poco, me han ido dando la razón y otros estudiosos han venido explorando ese camino con sus propias deducciones.

La vida nos tiene más coincidencias que certezas. Si por una parte me resultó sorprendente enterarme del parentesco con una figura como José María Velasco, más me sorprendió saber mucho tiempo después de mi paso por la preparatoria y, sin saber, que unos profesores ahí, hermanos, que dirigían el coro donde cantaba mi mejor amiga Yvonne resultarían también medio parientes por esa misma vía del apellido Bustamante al apellidarse ellos Sánchez-Armas, músicos. Me enteré recientemente revisando la genealogía del pintor ya mencionado y, si bien la genealogía en sus cálculos generacionales me indicará mediante un programa que utilizo que no somos parientes (directos), su sola aparición en mi árbol ya me arroja datos acerca de los misteriosos caminos por los que la vida, tarde o temprano, nos junta, así sea para saludar juntos al sol.