Parece que este blog se ha dedicado últimamente a publicar sólo esquelas y obituarios. Definitivamente no es mi principal interés, pero en mi lentitud característica de un hombre orquesta para publicar con regular frecuencia, han ocurrido los decesos más pronto de lo deseado o en medio de la preparación de otros tópicos.
En esta ocasión es de lamentar profundamente el
fallecimiento a la edad de 88 años de un importante y afamado publicista hispanomexicano,
don Eulalio Ferrer Rodríguez.
Habiendo nacido el 26 de febrero de 1921 en Santander, España, hijo de un tipógrafo socialista, el otrora capitán del Ejército republicano Eulalio Ferrer se exilió en México durante la
Guerra Civil Española (1936-1939) tras haber ejercido como periodista en los diarios
La Región y
El Cantábrico.
El exilio del dilema
En una carta a su amigo
Joaquín Bedia fechada el 6 de mayo de 1956, Ferrer cuenta cómo, a su llegada a México:
Mi primer dilema fue si habría de imponer mi voz al tiempo o hablar con la voz del tiempo [...] México era nuestro destino, la publicidad, su circunstancia. Aquel, dentro de una pasión honda, limpia: la de una gratitud como fuente de las más generosas identificaciones. La publicidad, como un quehacer urgente, un medio. Lo humano es nuestro fin. No pensar así me hubiese parecido claudicar en lo fundamental, aceptando que nuestra tarea es sólo ser como podemos y no como debemos. [Cartas de un Publicista, Diana, México, 1966:14]
Se estableció primero con sus padres y hermanas en Oaxaca, donde se ganó la vida durante un tiempo recitando poemas de
Federico García Lorca y
Antonio Machado. Luego empezó, cuenta [op.cit.], dirigiendo una revista mercantil hacia principios de 1941 intitulada Mercurio, ya en el Distrito Federal. Contrataba anuncios, pero ante su desconocimiento del ejercicio publicitario se asesoró con un coterráneo suyo,
Luis Goicuría, quien años más tarde jugaría un papel fundamental en la formación de los futuros publicistas mexicanos a traves de la
Escuela Técnica de la Publicidad que dirigió el propio Goicuría y fuera fundada por la decana de las asociaciones de la publicidad en México, la
Asociación Nacional de la Publicidad (A.N.P.), y sobre la que hemos escrito ya en artículos anteriores.
Con el tiempo, don Eulalio fundó su propia agencia publicitaria,
Anuncios Modernos que más tarde daría pie a
Publicidad Ferrer, la cual hizo crecer y proyectó internacionalmente las capacidades y la personalidad del propio empresario.
Entre la publicidad, el servicio y la autopromoción
El denominado por algunos como "Caballero de la Comunicación", en las décadas recientes, se destacó como
benefactor de la cultura y las artes, por su impulso y mecenazgo en relación con estudios y artistas interesados en temas alrededor de la figura del
Quijote de la Mancha, llegando a patrocinar, entre otras iniciativas el Premio Menéndez Pelayo que concede la Universidad Internacional del mismo nombre.
Defensor del idioma español y de sus alcances literarios y publicitarios, para algunos alcanzó cotas superiores en el estudio de la filología y no faltan quienes le calificaron como "filósofo de la comunicación". En su trabajo al servicio del idioma como miembro de la
Real Academia Española, de la
Academia Norteamericana de la Lengua y la
Academia Mexicana de la Lengua se apuntó logros como la inclusión en el
Diccionario de la Real Academia del verbo "Cantinflear" en honor al humorista mexicano
Mario Moreno Cantinflas, con esta acepción: "Hablar de forma disparatada e incongruente y sin decir nada".
Autor de 42 títulos ensayísticos y académicos en torno a la publicidad, la mercadotecnia, las relaciones públicas y la comunicación como fenómeno humano, recientemente publicó su primera y única novela
Háblame en Español editada por la firma mexicana
Océano y que, en palabras del escritor mexicano
Adolfo Castañón:
Es una suerte de recapitulación literaria y humana, un documento en el que se cifran los sueños que han vertebrado secretamente la vida del autor: el juego y el placer, el amor al arte, la pasión por la historia, la obsesión por el poder y la riqueza material, la admiración hacia los creadores, la fascinación por un amor que es como un trueque de adopciones, el orgullo de pertenecer a una raza y de hablar en su idioma y, en fin, el gusto por crear mundos paralelos e inventar fábulas ambiguas alimentadas por la historia.
Cervantista multipremiado, participó en la promoción del
Ateneo Español en México, la
Fundación Cervantina de México; el
Museo Iconográfico de Don Quijote en Guanajuato, México.
Su muerte se produjo por causas naturales, aunque su estado de salud era delicado desde hace meses, especialmente desde enero, cuando hubo de someterse a una delicada intervención quirúrgica.
El gobierno cántabro decretó luto oficial de quien fuera Medalla de Oro e Hijo Predilecto de Cantabria, esa rica región norte de España vecina del País de Asturias y Francia.
(Para más información sobre los méritos, obra y distinciones de Eulalio Ferrer,
clíque aquí.)
Confesiones y pedestales
Con motivo de este fallecimiento y en el ánimo de establecer aunque sea marginalmente la dimensión humana y las razones trascendentales de la obra y la persona de
Eulalio Ferrer, en próximos artículos, el amable lector podrá seguir una breve serie de "confesiones" cuya motivación es desempolvar, potenciar y ubicar algunos pasajes anecdóticos, algunas prácticas y aportaciones relacionadas con el personaje que nos ha ocupado. Sin afán de hacer ninguna clase de homenaje póstumo, siguiendo la tendencia de varios de los textos publicados aquí con anterioridad, la serie intitulada
Confesiones del hijo de un publicista a modo de retrato bosquejado, tendrá como finalidad dejar indicios sutiles, mínimos rasgos del peso histórico y personal de Eulalio Ferrer en la vida de quien suscribe estas líneas. Hasta entonces.
P.D.: Revisando este texto el 24 de septiembre de 2016, luego de la muerte de mi padre ocurrida el 17 de agosto de 2013, lo que digo al final sobre la "serie intitulada
Confesiones del hijo de un publicista", cambió. Si bien sigo enfrascado en la labor de recuperar anécdotas y material dejado por mi padre, en calidad de biógrafo tanto de él como de mi madre (en otro espacio:
La Canasta de Mamá Coneja), la administración del tiempo, dichos materiales e ideas me ha llevado por otro camino creando, primero, la ficha enciclopédica en Wikipedia, misma que voy revisando y actualizando con relativa frecuencia; luego, en vez de dichas "Confesiones", mejor redactar un ensayo crítico, todavía en proceso (están publicados los tres primeros capítulos), intitulado
Sobre la enfermedad mental. Apuntes hacia una crítica de la Razón Comunicativa, en el que voy haciendo una revisión histórica sobre la comunicología y aclarando quién es el verdadero creador del concepto, y que no fue, como siempre se nos hizo creer, Eulalio Ferrer.