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miércoles, 31 de agosto de 2022

La mancha de Gorbachov

 


Sé que lo que diré les parecerá un exceso hasta esquizofrénico de mi parte, pero la evidencia no puede dejarme mentir. La reciente muerte de Michail Gorbachov nos rosa a nosotros como familia entre las pérdidas.

 ¿Por qué? El lunar rojo en la calva de Gorbachov es un indicativo del lejanísimo parentesco con nosotros. Lo explico.

Ese lunar rojo del tipo "nevo congénito melanocítico gigante", por lo común benigno según los estudios dermatológicos existentes, tiene fundamentos genéticos que se replican cada dos o tres generaciones en uno o más individuos pertenecientes a un mismo linaje. En este caso, me refiero al linaje Acuña. La presencia de dichos lunares puede variar de lugar, tamaño, coloración (por lo general rojo o marrón y contextura.

En nuestra familia la Tía Nena de la Villa (hija del tío bisabuelo Maurilio Acuña) heredó una gran mancha de este tipo (melanoma benigno) que enrojecía todo su lado derecho de la cara. En mi caso, tengo una fresa de escaso 1x1 cm en la mejilla izquierda. Son marcas de nacimiento que permiten establecer además la pertenencia e identidad de un individuo con su grupo familiar genético. Hay otro tipo de marcas genéticas, pero en particular y hasta donde se sabe estas en específico parecen pertenecer a un mismo linaje, ramificaciones aparte del mismo. Es decir, igual por ahí conocemos a un individuo del que no imaginamos ser parientes, pero presenta un lunar semejante, entonces, aunque ni esa persona lo sepa lo más seguro es que comparta genes con nosotros. Y esto es muy aparte también de las explicaciones sobre cargas recesiva o dominante de ciertos genes, como el de la coloración de los ojos o del cabello.

De acuerdo con "leyendas" antiguas, uno de los primeros casos en que se menciona una mancha semejante se la asocia ni más ni menos que con el primer rey asturiano Pelayo, quien da origen a los apellidos (Casa) Pelayo, (Casa De) Acuña entre otros. Causa relacionada también con el origen del cabello rojo entre algunos de nosotros que provendría por el lado Acuña, pero también por el lado Pallares. Los ojos verdes y azules, por el lado Acuña; el cabello ralo o escaso, por los lados Acuña y De la Vega.

Por ahí, entre mis pesquisas hallé un documento interesante, curioso, que además parecería relacionar la abundancia de vello corporal (hasta el extremo de los llamados licántropos u hombres lobo asociados a la hiperticosis) en líneas emparentadas con la nuestra en España y Francia, y que, por otra parte, inspiraron en mí la creación de mi avatar en Second Life y personaje de novela dentro de mi saga Calima, Alfred Steppenwolf, el decano de todos los hombres lobo en la historia. Claro que esto no nos hace únicos; ni a Gorbachov el tío ganador del Nobel de la Paz, pero son datos que, si alguien con más oportunidad y capacidad se pusiera a investigar a fondo nos dejaría más patidifusos de lo que yo me quedé cuando conocí esta información.





viernes, 11 de marzo de 2022


Un recuerdito... Fui uno de los que te solicitó reacción a esto. Vale decir, para ahondar en el contexto, que la canción "No" originalmente no es de Armando Manzanero. Carlos Lico contó en una entrevista televisiva que vi personalmente (no hallable en formato digital, por desgracia) que durante un viaje a Centro o Suramérica (no recuerdo preciso el dato), quizás Guatemala, Ecuador o Perú, escuchó un bolero que abordaba el tema y le gustó, era un bolero de un compositor desconocido y que, por razones musicales, no estaba logrando colocarse. Es sabido que Lico también era algo compositor, más letrista, y durante el vuelo redactó la letra para afinar la idea gestada por aquel bolero ajeno. Llegando al hotel, por teléfono le leyó la letra a Manzanero para que le hiciera un arreglo pues estaban conformando un álbum para la disquera y faltaba un tema para cerrar el índice del contenido. Manzanero adaptó, modificó e hizo suya la idea para crear "No". Ojalá y se encuentre ese material que reseño, porque sería un gran documento probatorio de la gran colaboración entre estos dos grandes de la música latinoamericana y mundial. Tengo idea, sin afirmarlo, que en un programa que tuvo Armando Manzanero en Canal 40 llegó a relatar la misma versión, confirmando así su autoría sin menoscabo del crédito al cantante.

Aparte, para mí este es un tema estrenado en 1966 que es fundamental en mi vida pues me llena de recuerdos: yo, niño, con tres años de edad, parado ante el televisor haciendo fonomímica "cantando" esta canción y mi madre, hermanas, primas como espectadoras y aplaudiendo al final. Nunca canté ni en público ni en petit comité. Tras la muerte de mi madre me animé a ir con unos amigos a un karaoke y una de las primera canciones que me animé a cantar fue esta, conteniendo el llanto por la reciente pérdida. Una de mis amistades se me acercó y me dijo cuán sorprendida estaba, no imaginaba que yo pudiera cantar de tal modo. Tuve grandes maestros en esos cantantes, buen oído y una afinación poco más que regular. Artísticamente me decanté más por el teatro, la locución, la escritura.



domingo, 6 de febrero de 2022

El mundo es un pañuelo

Puente y torreón de La Encantada, Zacatecas
Dibujo a carboncillo por mi abuela
María de los Ángeles Acuña Galindo,
1924.

SIN DUDA el mundo es un pañuelo donde todos, con nuestras tristezas y alegrías, terminamos tarde o temprano confluyendo y encontrándonos, directa o indirectamente como partes de ese tejido entramado que es la vida.

Lo anterior viene a cuento porque ahora, con mi reciente cumpleaños 59 sucedieron varias reminiscencias, se dieron varios indicios si se quiere casuales que me remontaron a esa idea.

Primero, llegaba a casa y vi a una de mis vecinas, entonces me asaltó el recuerdo de cuando mi madre organizó mi primera fiesta de cumpleaños de "grandes dimensiones" en la nueva casa de La Florida, en Naucalpan, en mi florida Villa de los Girasoles como la he llamado y ha dado pie a la localidad donde ocurren y ocurrirán muchas de las aventuras de mis personajes de la saga Calima bajo el nombre de "La florida villa Sonnenblumendorf". Vi a mi vecina, decía y recordé ese cumpleaños número siete. Nosotros llegamos a ese domicilio dos años antes, seis de octubre de 1968, y era la primera vez que a mi madre se le ocurría invitar a más gente aparte de mis familiares, es decir a nuevos amigos de la escuela y vecinos.

Recuerdo el retrato: suena el timbre, mi madre me dice que acuda a abrir, que seguro es para mí el llamado. Abro la puerta y veo enfrente dos niñas "desconocidas" cargando sendos regalos y su madre detrás.

No supe cómo reaccionar, agradecí y cedí el paso. No eran enteramente desconocidas, lo sé, pero en ese momento cuando apenas tenía trato con ellas las vi ajenas. Por supuesto, fue el comienzo de una amistad vecinal, una hermandad que se extiende hasta hoy.

Pero, también, en este cumpleaños 59 han abundado las referencias al arte y no he podido dejar de lado la influencia que desde los genes impera sobre mí y varios de mis parientes.

Recibir el saludo y felicitación de mi prima Adriana Cervantes de la Vega me remitió a su valiente decisión de dedicarse a vivir de la pintura, y ciertos videos sugeridos por el algoritmo de YouTube reforzaron el tema. Me hicieron pensar no nada más en ella, pero también en el talento plástico que cunde en mi familia por el lado paterno emparentado en un tercer o cuarto grado con José María Velasco, el famoso paisajista mexicano del siglo XIX, por la rama Bustamante Acuña, donde he de mencionar al tío Manuel, primo de mi papá, quien es arquitecto, académico en la Universidad Iberoamericana, barítono del coro de Bellas Artes y ha publicado, entre otras cosas el libro Forma y Espacio: Representación gráfica de la Arquitectura.

Y me vino también a la mente el listado de quienes hemos abrazado de lleno o de pasada, profesionalmente como oficio o como afición las artes y que puedo mencionar hasta donde sé: mi prima Alejandra de la Vega Amador (diseño), Nora Cervantes de la Vega (dibujo y cerámica), Adriana Cervantes de la Vega (pintura), su hija Susana (diseño y fotografía), mi hermana Patricia (baile y dibujo), sus hijos Jolianna (música y canto), Antonio Andrade (literatura); mi primo Edmundo Castellanos (música); mi papá (redacción publicitaria, dibujo y pintura), su hermano, mi tío Víctor (literatura), Javier Pallares (diseño), tía Pita Pallares (pintura y manualidades), mi abuela materna (costura, corte y confección), mi tía Delia Amador (corte y confección, cocina), mi mamá (manualidades, cocina y muy especialmente literatura y teatro), mi prima Gema (manualidades), Silvia Junco (pintura), mi tía Pipi (literatura y periodismo), mi abuela paterna, Ángeles Acuña, (pintura, costura, corte y confección, manualidades), mi hermana Sandra (fotografía y baile). ¿Faltó alguien? ¡Claro! Imposible dejar de mencionar a Thalía Sodi, la famosa actriz y cantante, cuyo parentesco por mi lado materno, aunque algo lejano, es insoslayable igual que sucede con el director musical y arreglista Jorge Neri, el actor, escritor y director cinematográfico Carlos Orellana, mi abuelo materno real Adrián "Júbilo" Castillo, periodista.

Decía yo que el mundo es un pañuelo porque estos llamémosles patrones hereditarios de talentos, aficiones, gustos, ocupaciones, oficios, tendencias parecería repetirse a lo largo de la historia como he podido observar en mis investigaciones acerca de mi familia, pero además parece ser similar a lo que ocurre al interior de otras familias. De aquí es que desarrollé una hipótesis hace años acerca de los legados e influencias que los linajes han tenido en el desarrollo de zonas, regiones, ciudades, países, e incluso más allá de las fronteras. No me cabe duda de que la digamos exportación de de linajes y legados de parentesco consanguíneo y por afinidad ha sido determinante mucho más allá de la conformación de "constelaciones familiares" con incidencia en lo psicológico, lo conductual. Así desarrollé mi teoría de que, así como unas pocas familias —dato comprobable y conocido— dominan, han dominado la economía, ocurre lo mismo con la política e incluso con ciertas habilidades heredadas, tanto para bien como para mal. Y no hablo solo de una transmisión intergeneracional por vía educativa, moral, o solo genética, sino de todo un complejo de rasgos rastreables mediante la genealogía y que, bien leídos, pueden permitir una interpretación más objetiva, menos subjetiva de los motivos detrás de muchos acontecimientos e hitos de la historia.. Lo que sucede también es que eso, por difuminado en la cotidianidad, acaba por perderse en el anecdotario como minucias familiares, específicas, aun cuando sus huellas pudieran haber trascendido por otras vías más cercanas a la institucionalidad y la tradición.

Cuando más o menos expuse semejantes ideas en una conferencia años atrás durante un simposio de comunicólogos colegas, varios de estos y lo diré coloquialmente me tiraron de Lucas, mi tesis era poco interesante. Quizás la forma de exponerla de mi parte le dio al traste, o quizás sonó tan salida de la caja que les resultaba cuando menos extravagante mi propuesta.

Parece que los años, poco a poco, me han ido dando la razón y otros estudiosos han venido explorando ese camino con sus propias deducciones.

La vida nos tiene más coincidencias que certezas. Si por una parte me resultó sorprendente enterarme del parentesco con una figura como José María Velasco, más me sorprendió saber mucho tiempo después de mi paso por la preparatoria y, sin saber, que unos profesores ahí, hermanos, que dirigían el coro donde cantaba mi mejor amiga Yvonne resultarían también medio parientes por esa misma vía del apellido Bustamante al apellidarse ellos Sánchez-Armas, músicos. Me enteré recientemente revisando la genealogía del pintor ya mencionado y, si bien la genealogía en sus cálculos generacionales me indicará mediante un programa que utilizo que no somos parientes (directos), su sola aparición en mi árbol ya me arroja datos acerca de los misteriosos caminos por los que la vida, tarde o temprano, nos junta, así sea para saludar juntos al sol.